Las tecnologías digitales catapultan la autoedición de libros en España

Hoy los dejo con este artículo de Xavi Ayén publicado en La Vanguardia (España), es bastante interesante, tiene en cuenta las opiniones de los diferentes actores del medio, y a pesar de que geográficamente se ubica en España, puede servir de referencia para Latinoamérica.

Las tecnologías digitales catapultan la autoedición de libros en España

Las cosas cambian. Si, hasta hace pocos años, lo de autoeditarse un libro era una opción un poco friki, sin ninguna presencia mediática, restringida a las memorias del abuelo o a la intragable novela de nuestro vecino plasta, las nuevas tecnologías han catapultado la autopublicación de libros, que saltan directamente desde el autor hasta el mercado, sin mediación de un editor, ya sea en formato electrónico o en papel. Nunca ha sido tan fácil publicar –puede hacerse en cuatro minutos–, y hasta se diría que la cosa se ha puesto de moda, por como hablan de ello –para bien y para mal– las revistas del sector, los blogs… Algunos llegan a formularse la pregunta: ¿para qué sirve un editor? Veamos.

El filón de Amazon. El gran cambio lo ha traído Amazon, que ofrece a cualquier autor la posibilidad de colgar directamente su obra en la librería virtual, para ser leída en formato Kindle. De los diez e-books más vendidos la última semana, siete son autoediciones, todas con precios bajísimos, que oscilan entre los 0,89 y los 3,08 euros. La autora Amelia Noguera, una de los que lo ha probado, sintetiza las ventajas y desventajas del sistema. Lo bueno es la facilidad, y la rapidez y fiabilidad de la información comercial: “Sabes lo que vas vendiendo prácticamente cada hora”. Lo malo es que se obliga a los lectores a hacerse de Amazon-Kindle para obtener el libro y que “hay mil quinientos millones de autores autopublicándose allí y es más difícil aún que tu novela se vea y la gente la compre”. Para los consultores Silvano Gozzer y Alberto Vicente, de Anatomía de la Edición, “Amazon ha hecho que, por primera vez, la autoedición compita en igualdad de condiciones en una librería con los títulos publicados por editoriales. Es un competidor más dinámico y barato (al menos dentro del entorno Kindle) lo que seguramente puede haber forzado una revisión de los precios, que hasta la llegada de Amazon no se había producido”. Otro dato: el porcentaje de las ventas que se queda el autor pasa, como media, del 10% del papel al 70%.

El olor de la tinta. Bubok es una empresa creada hace cuatro años y que ya ha publicado 60.953 títulos autoeditados por sus propios autores, lo que la convierte en la líder estatal. En un modelo parecido al de Hulu, el autor escoge si publica en e-book, en papel o en ambos formatos, y se lleva el 80% del beneficio de cada libro vendido. El precio de imprimir en papel es, eso sí, alto aunque baja con las tiradas más altas. También se ofrece un canal de comercialización. Existen otras empresas y pequeñas imprentas que también realizan este servicio, como, en Barcelona, Autoedita el teu llibre. Y editoriales, como Círculo Rojo o Carena, que aceptan la coedición con el autor, es decir, compartir gastos. En realidad, como apuntan Gozzer y Vicente, “la autoedición en papel no ha hecho más que crecer (y sobre todo si vemos los datos de Bubok y su expansión internacional). No debemos olvidar que ante todo la mayor parte de la población lectora sigue aún prefiriendo la lectura impresa y por lo tanto cualquier autor que haya apostado por la edición digital de sus obras debería plantearse también imprimirlas en algún momento”. Hay también librerías que “comienzan a incorporar modelos de impresión bajo demanda en su catálogo, lo que haría posible que un comprador pudiera pedir un libro autoeditado en la librería y que en unos días pasara a recogerlo”.

A la caza del autor. Y, por otro lado, algunas editoriales empiezan a publicar en papel algunos títulos de los autores autoeditados, como Eva García Sanz, que el pasado día 1 presentó la edición en tapa dura de La saga de los longevos (La Esfera de los Libros), que ella misma se había subido a Amazon cuando no encontraba editor. Para Gozzer y Vicente, “las editoriales de papel descubren (y redescubren) escritores, conociendo con más datos la recepción que tiene la obra entre el público”. Ahí estaba, por ejemplo, Ernest Folch, quien ha creado B de Books, dentro de Ediciones B, y ha fichado a varios de los autores autoeditados en Amazon. “Para llevar a cabo nuestro proyecto –explica– no ha hecho falta ninguna inversión relevante, porque la cuestión no era a quién fichábamos y con cuánto dinero sino cuál era nuestro camino. La creación de un sello digital no era una cuestión estética sino estructural: B de Books opera de una manera absolutamente autónoma del papel. Todos nos hemos olvidado por completo de nuestro negocio tradicional. Las dinámicas de comercialización, de precio y de márqueting son tan autónomas del papel que seguimos nuestro camino incluso si colisiona con nuestros propios intereses del papel. Se trataba de conseguir aislar completamente la dinámica digital de la dinámica del papel. Fue así como decidimos sentar unas bases muy claras y que el lector entendiera fácilmente: precios muy bajos, sin DRM (un elemento arcaico y absurdo), sin distinción ni favoritismos (estar con todo el mundo y en las mejores condiciones) y fichaje de nuevos contenidos generados desde este canal. Por supuesto, hemos ofrecido a los autores las mejores condiciones del mercado, pero en muchos casos ni habría hecho falta. Es así como hemos podido fichar en muy poco tiempo los autores más importantes de Amazon.es y por supuesto vamos a seguir ampliando nuestro catálogo a más autores”. En la cuadra de Folch figuran ya Antonia Corrales, Bruno Nievas, Blanca Miosi, Marta Querol, Esteban Navarro, César García… autores que cuentan con el marketing que les ofrece un grupo editorial y que están a la vez en Amazon, Apple o casadellibro.com. “Esta experiencia es la prueba que la autoedición no sólo no es nuestro enemigo sino que se puede convertir en uno de nuestros principales aliados”, afirma el optimista Folch, a la vista de lo sucedido.

Algunos consejos. Dicen los expertos que lo mejor funciona en formato electrónico es la literatura de género, es decir, novela fantástica, erótica, chick-lit, terror, novela negra y thrillers. Por el contrario, las obras de tono literario, los libros para niños o los ensayos especializados siguen siendo territorio (muy) preferente del papel.

¿Calidad decreciente? En general, puede decirse que la calidad de las autoediciones es necesariamente inferior a la de los libros de editoriales, pues se trata de obras que no han pasado los filtros de los editores ni han estado revisadas y corregidas por los equipos profesionales de estos. Sin embargo, como apuntan Gozzer y Vicente, “hay de todo, desde libros previamente editados por editoriales y que luego el autor ha sacado en digital porque tenía los derechos –caso de Juan Gómez-Jurado– hasta obras que han pasado del word al e-book sin revisión alguna. Esto último ha provocado un auténtico boom de cubiertas naif y diseños imposibles que podemos apreciar en la tienda de e-books de Amazon. En todo caso eso puede ser anecdótico. Quizás el fenómeno más importante de la autoedición es que va a obligar al sector del libro a revisar sus cadenas de valor y deberemos comprender que las demandas de los lectores pueden ser satisfechas de muchas formas. Parece que el autor y el lector son los únicos elementos imprescindibles de la cadena. A partir de ahí los lectores decidirán el valor y la importancia que tienen para ellos la edición y el diseño del libro, el canal de venta y cuanto están cuanto están dispuestos a pagar por esos intermediarios. Quizás en determinados tipos de contenidos (las novelas de vampiros, por ejemplo) la edición no sea algo tan importante para el lector”.

La rubia de la bici. Así se conoce –por el nombre de su blog– a Magüi Cabral (Sevilla, 1974), una abogada que, tras años de escribir para sí misma, colgó su novela Los crímenes de la plaza de Vilafont en Amazon y se convirtió en el número uno en ventas durante varios días, sin abandonar en meses los primeros puestos. Empezó en wattpad, una web gratuita donde se cuelgan libros por entregas. “Nunca había tenido contacto con el mundo editorial y allí ya tengo más de 14.000 lectores que han llegado al último capítulo. Ahora, en la página gratuita, he quitado los capítulos finales, quien lo quiera leer todo que la compre en Amazon por 1 euro. ¿Saltar un día al papel? Bueno, a mí lo que me importa es que me lean, quiero llegar a la gente, y si una editorial me propone una tirada de 3.000 libros, como estoy acostumbrada a 14.000, eso sería matar mi novela, llegar a menos gente. La autoedición es maravillosa. Echo a faltar un corrector, un ilustrador, un maquetador… pero ¿un editor? No, para nada. Si la editorial invierte en publicidad, te saca en periódicos y en la tele, entonces sí, pero si solo te distribuyen en cuatro librerías no me interesa, yo sola vendo más, y hasta he salido en el Telediario”.

Los agentes, al acecho. Dado que las agencias literarias importantes cuentan con sus propios equipos de edición de textos, Gozzer y Vicente apuntan que “cada vez serán más los agentes que buscarán la comercialización directa del catálogo de fondo de sus autores, bien porque a las editoriales no les interesa el hacer el esfuerzo de contratar los derechos digitales de esas obras o bien porque el agente percibe más beneficioso para el autor que lo haga directamente”.

J.K.Rowling y Andreu Martín, por libre. J.K.Rowling ha lanzado por su cuenta la web Pottermore, que vende directamente los e-books de sus libros de Harry Potter en varios idiomas. Y, a mucho menor escala, tenemos Andreumartin.com, donde el escritor catalán ha colgado dos libros inéditos y, poco a poco, va apareciendo todo su fondo, en parte descatalogado, con links a librerías de todo tipo. Algunos de los títulos aparecen bajo licencia Creative Commons, es decir, son reproducibles. “Las editoriales se convierten en el enemigo si hacen distribuciones cortas y no reeditan”, se queja. “Solo el 10% de mis libros está en librerías”.

¿Para qué sirve un editor? ¿Cómo deberían reinventarse los editores? “Esta es la gran pregunta”, concede Gozzer. “Puesto que cualquier autor se puede publicar su libro e inclusive no es nada complicado contratar los servicios de un corrector y un diseñador para crear un producto a la altura de una editorial, parece que los editores no son necesarios para ocupar esas parcelas. Fundamentalmente los editores aportan dos cosas que no son sencillas en la autoedición. Por un lado tienen el modelo de negocio, las editoriales son empresas que pueden garantizarle al autor –sobre todo a los importantes– grandes ingresos vía anticipos. Por otro lado, el editor hace un labor de selección que los lectores demandan. En un mundo lleno de contenido autopublicado los editores garantizan cuáles son los libros que son importantes conocer según la confianza que nos inspire el editor o la marca editorial”.

Hablan los grandes. Una buena manera de descubrir para qué sirve un editor es escuchar a algunos de los más grandes, que aparecen entrevistados por Juan Cruz en el recién publicado Un oficio de locos (Ivorypress). Ahí, Jorge Herralde (Anagrama) dice que su trabajo es “configurar un catálogo creíble para que los buenos lectores confíen en autores desconocidos”, es decir, ser una marca de calidad. También practica “una política de autor con los escritores en que más creo, y así les ayudo a tener el sosiego necesario para su carrera”. Stephen Page (Faber & Faber) explica que gracias a los libros más comerciales “podemos sobrevivir y ser independientes, y por eso hemos publicado autores y obras extraordinarios”. La italiana Inge Feltrinelli recuerda otras épocas, cuando “los editores eran los psicólogos e incluso los amantes de los autores” y apunta una explicación de por qué los hijos de los editores muchas veces no continúan el negocio, cosa que en su caso –felizmente– se ha incumplido: “El mundo editorial es un sistema tan nervioso, tan difícil y tan complejo que no se puede heredar; se puede heredar la Fiat pero no una editorial, es diferente”. Y, como dicen Gozzer y Vicente, “el reto más complejo para un escritor (autoeditado o no) es la visibilidad. Las editoriales garantizan un mínimo de visibilidad y prestigio y cuanto más importante sea la marca y más recursos posea garantizará esto en mayor medida. Mientras esto sea importante los editores podrán seguir respirando”.

Por muchos años.

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