La nueva cadena de valor del sector editorial

Fotografía: James Pebook

Los dejo con este artículo escrito por el profesor de marketing David Soler del Instituto de Postgrado de Estudios Culturales y de Comunicación de la Universidad de Alcalá (España). Es muy interesante porque analiza la nueva dinámica en el sector editorial a raíz del impacto de las nuevas tecnologías y creo que es de sumo interés para escritores que apenas inician este recorrido. Las cosas han cambiado.

La nueva cadena de valor del sector editorial

Hoy la cadena de valor del sector editorial está formada por autor-agente-editor-distribuidor-punto de venta para llegar al cliente. Con Internet podríamos pasar del autor al cliente directamente o un modelo mixto en el que los clientes se imprimirían los libros bajo demanda o el “nuevo editor” distribuiría por la Red y por el canal tradicional. En cualquiera de los dos casos la cadena de valor cambia.

El papel que juegan hoy editores, distribuidores y puntos de venta debe necesariamente cambiar si no quieren quedarse fuera del negocio futuro como les ha pasado a sus primos del sector musical. Si quieren aportar valor deberán modificar comportamientos y adaptarse. El valor que hoy aportan que es el de “empaquetar, repartir y poner en manos” de los lectores la Cultura ya no está tan claro en un mundo donde la tecnología y la Red están o estarán completamente asumidas por todos.

Los jóvenes, los futuros y también presentes lectores, viven con la tecnología formando parte de sus vidas. Y hay que adaptarse a los gustos y hábitos del mercado. Ahora se “consume” el tiempo de ocio en Internet y ahí hay que ir a buscar a nuestros clientes perdidos.

Internet nos abre un nuevo canal. Pero ya no es un canal como aquellos a los que estábamos acostumbrados. No producimos y distribuimos un libro, un periódico o una revista a nuestro gusto y criterio. Gobernando qué y cómo lo vendemos. No. La Red nos ofrece un sinfín de posibilidades: capítulos del libro, test de tramas, conocer la opinión de nuestros lectores, generar boca-oído elevado a la enésima potencia, hacer revistas “a la carta”, acercar el autor al lector… ¡que sean los propios lectores los que configuren la publicación!

Y, además, el mercado es global. Ya no hay que pensar cuanto debemos imprimir para cubrir los quioscos o librerías de nuestra zona o país. Ahora nuestro cliente puede estar en Francia, en México o en China. Esto implica un cambio cultural dentro de las empresas en lo que se refiere a la estrategia de la compañía en todas sus áreas. Quizás deberemos cambiar el “think global, act local” por el “think global, act global too”.

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