Este artículo fue publicado originalmente el Diario Montana de España el pasado diciembre. Es una guía para aquellos escritores, noveles y conocidos, que pueden encontrar en las redes sociales una nueva forma de hacer marketing de sus obras y de interactuar más de que cerca con sus seguidores. Siempre he pensado que internet no es el enemigo de la propiedad intelectual, sino una herramienta que aun no se sabe usar.
Letras en la red: Facebook y la literatura
Para hablar de redes sociales y creación literaria es preciso superar varios prejuicios: primero, que las pantallas sean enemigas de la literatura. Segundo, que las redes sociales sólo sirvan para ligar. Tercero, que la literatura accesible en la red sea de escasa calidad, creada por aficionados o, como mucho, que sean obras menores de autores más o menos reconocidos. Así, dos espacios aparentemente antagónicos pueden resultar maravillosa y sorprendentemente complementarios. Como muestra, nos centraremos en la red social preponderante actualmente, facebook. ¿Qué relación mantiene con la literatura?
Escritores en vanguardia
Si en el mundo del libro existe un colectivo atento a las innovaciones ése es el de los autores. Y es que los escritores -con la lógica salvedad de los espíritus clásicos, o las generaciones pre-digitales- no sólo experimentan con el lenguaje o las técnicas narrativas: también se mueven en un entorno social y tecnológico en constante evolución, y suelen ser estar, además, predispuestos a los cambios, como parte del espíritu creativo. A fin de cuentas, escribir es escribir, sea para que aparezca en libros, en papel prensa o en la pantalla de un ordenador. Pero, ¿cómo aprovecha un autor las posibilidades que facebook pone a su alcance?
Aparte de un perfil personal, que le permite un acercamiento a los lectores muy directo, los escritores pueden tener su propia «página». En ambos se pueden difundir noticias, publicar textos o convocar actos públicos, si bien la «página» supone un contexto más formal, pues no suele estar gestionada directamente por el autor, sino por su editor o agente, ni ofrecen información personal. Es habitual, pues, que un escritor cuente con una «página» oficial, en la que sus lectores se inscriben como «fans», y paralelamente mantenga un perfil personal, un reducto más privado en el que se relaciona con los llamados «amigos». Pero es que facebook es también un sistema de publicación, en el que cada usuario cuenta con una especie de blog interactivo, llamado «muro», en el que publicar sus propios textos -los posts de los blogs se llaman aquí “notas”- o exhibir los mensajes que han dejado los visitantes.
Aunque podemos inscribirnos como admiradores de escritores como Álvaro Pombo o Alejandro Gándara, un ejemplo de utilización más dinámica de la red social sería el del ganador del último premio Alegría de poesía, José María Cumbreño, quien publica puntualmente en su perfil noticias de su actividad literaria: críticas y reseñas de su obra, intervenciones en los medios de comunicación o actualizaciones de su blog. En una línea menos expansiva, pero más crítica, es recomendable seguir la página del poeta Regino Mateo quien, más allá de su faceta política, comenta la actualidad social y cultural, aportando enlaces a lo más destacado de la red, y además recoge los artículos que también aparecen en su blog ‘Un Santander posible’.
Blogs y libros
Frente al augurado ocaso de los blogs, y la consiguiente atomización de lectores y textos, las redes sociales suponen un impulso a las bitácoras. Por ejemplo, cada bloguero puede programar su perfil para replicar automáticamente en facebook las entradas de su blog. Pero también existen aplicaciones que permiten suscribirse a las actualizaciones de un blog dentro del propio facebook, o incluso recomendar a otros usuarios determinados artículos o posts, añadiendo nuestras propias observaciones mediante el sistema de comentarios. Pero también los libros tienen su espacio en la red social. Por un lado, puede abrirse una página dedicada a una obra concreta, como es el caso de ‘Litro de versos‘, de Felipe Zapico, líder del añorado grupo de rock Deicidas. El libro se presentó este lunes, y horas antes del acto ya contaba con casi medio millar de fans registrados en la web, informados sólo a través de medios digitales, que se han convertido en la versión contemporánea del boca a boca, el boca-oreja tan anhelado por las editoriales.
Negocio a la vista
Precisamente a los editores es a quienes más ha costado arrancar, pero finalmente han tomado al asalto las redes sociales, dispuestos a aprovechar las ventajas que, muchas veces a coste cero, les ofrecen. Un ejemplo evidente es la incipiente editorial cántabra El Desvelo, que en apenas seis semanas cuenta ya con casi 1.500 seguidores, y ha conseguido promocionar sus primeros libros combinando los mecanismos tradicionales con los medios digitales.
Otra aventura editorial ha sido la emprendida por Minotauro Digital, que hasta ahora publicaba la revista (en papel) Cuadernos del Minotauro, y que ofrece en la red, gratuitamente, una edición digital de ‘El libro de Angelina’, para lo que basta con inscribirse como fan en facebook. La peculiaridad es que la obra se ofrece por entregas, al estilo de los folletines decimonónicos, lo que supone una curiosa mezcla de tradición y modernidad, el «e-book por entregas».
Pero, para los editores, la promoción no es la única utilidad de facebook. Aparte de la publicidad directa, cada día más frecuente gracias a los sistemas de segmentación de clientela de la plataforma, también es posible establecer relaciones de cariz casi sentimental, como ‘Regala libros de Anagrama’, una curiosa aplicación que permite regalar -virtualmente, eso sí- los títulos favoritos de la editorial «de culto». Un negocio redondo, pues lo crea y lo mantiene, espontáneamente, un internauta ajeno a la editorial. Pasatiempos, que otros resuelven con cervezas o abrazos virtuales, pero que no dejan de tener su encanto.
Un sector completo
Agentes, libreros, instituciones culturales, revistas, críticos. Todos están presentes, en mayor o menor medida, en las redes sociales. Todos contactan con sus clientes, buscan nuevos lectores o compradores a través de sus páginas o grupos de seguidores. En facebook no hay transacciones económicas, pero sí se produce un importante intercambio de información, de recomendaciones y promocional. Es un medio económico, directo y, sobre todo, inmediato.
Un buen ejemplo de su utilidad son las convocatorias literarias. Cualquier librería con un perfil activo, como la ovetense Cervantes, ya no se limita a enviar a los medios la tradicional nota de prensa, sino que en su página avisa de un «evento», lo que se comunica mediante un mensaje a los seguidores de su web. Estos seguidores, además, se han inscrito voluntariamente, lo que significa que, con independencia de su número, el aviso se dirige a lectores, a personas realmente interesadas en recibir esa información. Además, los invitados pueden confirmar o excusar su asistencia al acto, lo que supone una valiosísima información para el organizador del evento.
¿Y los lectores?
Obviamente, el gran beneficiado de todo este proceso es el amante de la literatura. Y no sólo porque la red supone el acceso libre a muchos textos antes inencontrables -puestos a su disposición, generalmente, por el propio autor-, sino que las redes sociales permiten esa maravilla de la interacción que es la reversibilidad de roles: el lector que se convierte también en autor, a través de sus comentarios, o incluso publicando él mismo sus textos, sin precisar de intermediarios.
Además, las posibilidades son enormes: desde los clubes de lectura hasta las páginas personales de recomendación de libros, o crítica personal, es el lector el que tiene la palabra.
Sitio para todos
Sin embargo, la red no es uniforme, y quizás sea esa su mayor grandeza. Y es que en ese espacio algo anárquico y más o menos democrático cabe casi cualquier cosa. Incluso, la disensión. Como uno de los grupos de usuarios, cuyo nombre es toda una declaración: “Odio la literatura”. Afortunadamente, ni siquiera llegan a los 200 asociados, frente a los casi 2000 que se declaran seguidores de las letras. Cifras poco espectaculares, si las comparamos con las de cualquier club de fútbol, que se miden por cientos de miles, o con los cuatro millones de fans de la Coca-Cola, pero en la red, hoy en día, los lectores y escritores tienen cada vez más sitio.
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