En el 2007 la revista “BG Magazine” de Cuenca – Ecuador, me contactó para que escribiera un artículo de opinión sobre la animación japonesa para su especial sobre Japón. Así que me di a la tarea y la columna salió publicada, bajo mi seudónimo de Lucy Saotome, en la edición No. 29 de la revista, página 58, correspondiente al mes de octubre de ese año.
Aquí se las dejo.
¿Por qué la animación japonesa?
¿Qué es lo que estás viendo?, me preguntó extrañado. Despegué los ojos de la pantalla y le respondí molesta por la interrupción, Inu Yasha. Él me miró con cara de no entender nada y volvió a preguntarme ¿y qué le ves a esos muñecos?
Preguntas como estas son las que a menudo los seguidores del género de la animación japonesa debemos responder a aquellos que, desde su punto de vista, consideran que estamos actuando mal, por la razón que sea, a la hora de verlas.
El porque del gusto puede ser tan variable como tan diversas son las formas de pensar en este mundo. En mi caso, más de una vez he asumido esas preguntas como un reto para mostrar aquello que no es palpable a simple vista.
Series como el Capitán Centella, Mazinger Z, Candy Candy, Supercampeones, y sobre todo, Caballeros del Zodíaco y Ranma ½ , fueron las que despertaron mi interés por profundizar en el tema, me di cuenta de que no eran caricaturas como las de la Warner, Disney, Marvel o DC Cómics, sino que había algo más y que valía la pena indagar que era.
La primera impresión, el estilo de dibujo. Rostros con ojos grandes y expresivos, narices respingadas y bocas pequeñas, además de frondosas cabelleras y cuerpos proporcionados. Pero el real “sabor” está en los personajes. En las series de animación japonesa, sean del estilo que sean, estos tienen un pasado, un presente y un futuro, sus características de personalidad están bien definidas y nunca son de plano buenos o malos; sus formas de ser responden al concepto oriental del ying y el yang, lo bueno en lo malo y lo malo en lo bueno.
Tampoco se maneja el ideal del superhéroe, por el contrario, se aboga por el trabajo en equipo y se exaltan valores como nobleza, coraje, constancia, amistad, tolerancia, la búsqueda del bien común y la satisfacción del deber cumplido.
En las tramas o argumentos de los anime se pueden identificar claramente las influencias de filosofías como el sintoísmo, budismo y taoísmo, que brindan un enfoque totalmente diferente al acostumbrado por los occidentales, en temas como el sexo y el homosexualismo, la violencia, las relaciones interpersonales y las creencias religiosas. Sin embargo, en nuestros países donde prevalece el catolicismo y sus derivados, han llevado a calificar algunas series como satánicas, sexualmente explícitas, etc.
Pienso que la animación japonesa aporta elementos a partir de los cuales puedo reflexionar, extraer enseñanzas y aplicarlas en mi vida diaria, sin extremar en fanatismos. Para mi, ver anime es una forma entretenida de aprender, de abrir mi mente a otras formas de pensar y ver la vida desde otros puntos de vista.
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