Escrito en el 2002 para una de mis clases de Diseño Gráfico.
Proceso de apreciación visual de la obra “La Fragua de Vulcano” de Velásquez
1. El Autor: Diego Velásquez
Su nombre real era Diego Rodríguez de Silva y Velásquez, nacido en Sevilla 1599 y fallecido en Madrid en 1660.
Fue un pintor, la figura más importante de la pintura barroca española. Su pintura significa en España la culminación de la ruptura definitiva con el clasicismo del s. XVI. Representante del barroco, con su afán de pintar las cosas y no los conceptos de éstas, ve la realidad no como línea o dibujo, sino como masa o mancha de color.
A los doce años entró como aprendiz en el taller del pintor sevillano Francisco Pacheco. En 1617 alcanzó el grado de maestro y al año siguiente casó con Juana Pacheco, hija de su maestro. Su época sevillana se prolonga hasta 1623, año en que se trasladó a Madrid. Obras características de estos años juveniles son sus bodegones con figuras (El almuerzo, Museo del Ermitage; 1618, La vieja friendo huevos, Col. Cook, en Richmond; 1619, El aguador de Sevilla, Col. Wellington), y sus cuadros de asunto religioso (Cristo en casa de Marta, National Gallery de Londres), que demuestran un profundo estudio del natural, con un esquema compositivo típicamente manierista.
Comenzó usando tonos pardos y verdosos; su idioma pictórico se inspira en Caravaggio y sus seguidores; y aunque sus maneras son «tenebristas», las interpreta de modo personal. En estas obras se muestra patente su capacidad de penetración del natural; en ellas acusa también defectos juveniles que poco a poco irá paliando: claroscuro excesivo, que resalta contornos secos y duros, falta de variedad en la paleta y poco dominio en el paisaje. Un aspecto del barroquismo del Velázquez joven es su preferencia por la composición de medias figuras. Su época de formación juvenil se cierra con su viaje a Madrid, bajo la protección del conde-duque de Olivares, que inicia su primer período madrileño (1623-29).
Pintó en este período diversos retratos reales (Felipe IV, Prado), otros retratos (Conde-Duque de Olivares, Hispanic Society), bufones, y cierra el ciclo con la obra maestra de este período, Los borrachos (1628, Prado). Abandona el tenebrismo caravaggiesco y asimila el colorismo de la pintura veneciana (representada en el Alcázar y en El Escorial). En 1628 conoció a Rubens en Madrid y al año siguiente realizó su primer viaje a Italia. Permaneció algún tiempo en Venecia (allí pudo ver las grandes obras de Tiziano y de Tintoretto) y se estableció en Roma durante un año (dibujos en el Vaticano de las Stanze de Rafael y de la Capilla Sixtina). De su estancia en Roma son La túnica de José (1630, El Escorial) y La fragua de Vulcano (1630, Prado).
La vuelta de Italia (h. 1631) señala un gran paso en su pintura: su colorido se enriquece con un color más suntuoso, modelando más con colores que con las sombras; su pincelada es más ligera. Esta segunda etapa madrileña es abundante en obras: cuadros religiosos (Cristo después de la flagelación; 1641-43, Santos ermitaños, Prado; 1641-43, Coronación de la Virgen, Prado), retratos reales (1632, Príncipe Baltasar Carlos, Col. Wallace; 1632-34, Felipe IV, National Gallery de Londres; Isabel de Borbón, etc.), retratos ecuestres (Felipe IV, Prado; Príncipe Baltasar Carlos, Prado), otros retratos (Conde-Duque de Olivares, a caballo, Prado; Duque de Módena, Módena; Diego del Corral, Prado; Pablillos, Prado) y grandes composiciones (1635, Rendición de Breda, Prado).
A principios de 1649 marchó de nuevo a Italia con el fin de adquirir cuadros para la colección real; en Roma permaneció largo tiempo y realizó uno de sus retratos más importantes, el de Inocencio X (1650, Col. Doria), y los bellos paisajes de Villa Medici (1650, Prado). En 1651 volvió a Madrid, contra su voluntad, e inició su tercera y última etapa madrileña (1651-60).
Los retratos de estos años demuestran la madurez que ha alcanzado su arte, en el que domina el problema de la representación atmosférica y de la luz (infanta María Teresa, Louvre, Viena; la reina Doña Mariana, Prado; infanta Margarita, Viena, Prado; Felipe IV, Prado, etc.). De este período son sus mejores composiciones, la Venus del espejo (h. 1651, National Gallery de Londres), Las Meninas (1656, Prado) y Las Hilanderas (h. 1657-59), sin duda la obra de mayor complejidad en elementos y sentido compositivo.
La obra escogida: “La Fragua de Vulcano”, realizado en 1631 en Madrid, se encuentra actualmente en el Museo del Prado. La técnica utilizada fue óleo sobre lienzo con las medidas de 223 x 290 cms.
2. El Tema:
El tema es mitológico, exactamente mitología griega, porque en la obra se está recreando la escena cuando Apolo viaja hasta la fragua de Hefesto (o Vulcano) según la mitología romana) y le da a conocer que Afrodita le está siendo infiel con Ares. Aunque hay presentes ligeras variaciones, por ejemplo, Hefesto trabajaba en la fragua junto a cíclopes y en la escena no los vemos, sino que en cambio vemos humanos. Otra variación es que la fragua se encontraba dentro de un volcán y en la escena que se nos muestra no da a entender que ésta se encuentra precisamente dentro de un volcán, sino que se asemeja más a un taller de herrería humano.
El tema primario o natural es: Están presentes dos dioses, Apolo y Hefesto, y cuatro ayudantes humanos de éste último. Todos estos, menos Apolo, se encuentran vestidos de la misma forma, telas marrones envueltas en sus cuerpos que sólo les cubren desde la cintura hasta antes de la rodilla. Sólo Hefesto lleva un paño blanco anudado en su cabeza. Apolo por su parte se encuentra envuelto en una túnica anaranjada brillante, lleva sandalias y está coronado por una corona de laureles y el aura que se desprende él es visible a través de un brillo dorado que rodea su cabeza.
Por otro lado, se encuentra toda la ornamentación que hay en una fragua: yunques, hierro para ser forjado, hierro ardiente, martillos, hornos, cadenas, barras metálicas, piezas ya elaboradas (como las armaduras), repisas, pinzas y un jarro probablemente con agua.
El tema secundario o convencional es: Hefesto y sus ayudantes se encuentran trabajando arduamente en la elaboración de una armadura para Ares. En ese momento son interrumpidos por Apolo, quien detiene sus labores, ya que debe informarle al dios de algo importante, todos se detienen y están muy atentos a lo que Apolo ha venido a decir: Afrodita le es infiel a su esposo Hefesto pues es amante del dios de la guerra, Ares.
Con respecto al género, la obra se ubica en el
3. La Forma:
a. Espacio: El espacio de otra obra de arte es bidimensional, ya que es un cuadro hecho al óleo con su respectivo marco y expuesto en un museo. Sin embargo, maneja una ilusión de tridimensionalidad o de volumen dentro de lo pintado.
b. La línea: En el caso específico de esta obra, “La Fragua de Vulcano”, la línea no está descrita como tal, sino que es identificable por las sombras y las luces que rodean los contornos de los personajes y objetos que se encuentra pintados.
c. El Color: Es el aspecto que más resalta en esta obra pues en su totalidad se trabajan las gamas de los colores tierra o marrones y beiges, hasta la corona verde de laurel que lleva Apolo se ve pardusca. La ropa de Apolo y el hierro incandescente que sostiene Hefesto con una pinza sobre el yunque son de la gama de los rojos.
d. La Luz: La presencia de este elemento gráfico es predominante en la obra. Por la forma como está dirigida da la sensación de que la fuente lumínica proviene del costado izquierdo, podría ser un horno de fundición llameante.
La luz se concentra predominantemente en Apolo, vemos como su túnica anaranjada es muy brillante, el aura que rodea al dios en su cabeza despide brillo también, y la claridad presente en la parte de su cuerpo descubierto.
También hay concentración de luz en el ayudante que sostiene en sus manos un martillo y da totalmente la espalda al espectador. Vemos como prácticamente todo su torso, el traje que lo cubre y sus piernas están muy iluminados.
Como tercer punto de luz se encuentra parte de la armadura que está en el suelo y que es sostenida con una pinza por otro ayudante. La luz en este punto se encuentra principalmente en los brazos del personaje, parte de su pierna y en la pieza metálica. Como tercer punto de luz se encuentra parte de la armadura que está en el suelo y que es sostenida con una pinza por otro ayudante. La luz en este punto se encuentra principalmente en los brazos del personaje, parte de su pierna y en la pieza metálica.
4. La Composición:
a. Tensión: La fuerza de la obra, desde mi punto de vista, se concentra la primera en Apolo y la segunda en el ayudante que da la espalda al espectador, es decir, es allí donde está presente el punto de tensión en la obra, en este caso la tensión es proporcionada por la luz que poseen ambos personajes.
Vale la pena resaltar que ambos personajes, Apolo y el ayudante, actúan como marco para dirigir la atención del espectador en la otra figura principal de la obra, Hefesto; el cual se encuentra en sombras, o sea, que no hay reflejo lumínico en él.
b. Construcción: Para la composición de esta obra, Velásquez tuvo en cuenta un grabado de Antonio Tempesta sobre el mismo tema. De otro lado, la influencia de Guido Reni se manifiesta en el esquema compositivo a manera de friso y en un cierto eco de la escultura clásica en la forma de configurar las anatomías de los diferentes personajes.
c. Proporción: En esta obra la proporción es constante. Los dioses y los hombres son anatómicamente similares y de la misma estatura, no se denota claramente unos más altos que otros o unos más gruesos que otros. De otro lado, los elementos que hacen parte del taller de la fragua son de un tamaño proporcional a los personajes de la pintura.
d. Movimiento y Ritmo: Considero que el movimiento en la obra está presente en todos los personajes, con mayor acentuación en Apolo y el ayudante que sostiene un martillo con sus manos por la forma como ellos están parados, los restantes personajes mantienen posiciones un poco más rígidas. Con respecto al ritmo es parsimonioso, tal ves debido a la anatomía clasicista de los personajes y a la predominación de los colores tierra y beiges, sin embargo, el ritmo no cae en el tedio debido a la luz presente en Apolo y el ayudante que da la espalda.
Esta muy bueno tu analisis de la pintura la fragua de vulcano, pero se nota que eres periodista jeje,…. lo siento, lo digo porque te falta sentimiento cuando haces el analisis de la obra. Eres un poco fria y casi que metódica o técnica, como cuando lees un diccionario o una inciclopedia. Eso esta bien, pero pienso que en el arte y la arquitectura también hay que dejar de lado los tecnisimos y darles un poco de fuerza, de espontaneidad para que el texto no sea algo meramente técnico sino una critica analitica de la pintura.
Tratare de hablar un poco aqui de la Fragua de Vulcano (ó Hefesto):
Hay un solo punto de luz primario, por asi decirlo, ya que en la mayoria de pinturas barrocas utilizaban uno o dos puntos (y hasta tres en algunos casos) de luz que hacian las veces de puntos de fuga para la profundidad de la pintura. Pero en este caso hay un solo haz de luz importante que resalta la escena que se quiere trasmitir al observador. Los otros puntos de luz que nombras son los que la producen objetos como el horno al fondo, etc, y tratan de mezclarse con el punto de luz principal.
La escena principal (resltada por el punto de luz) es la noticia y la respuesta expresiva a esta noticia: La cara de don Hefesto (ó Vulcano) que es para mi, lo sublime de la pintura, esa cara de Hefesto vale millones!!! jeje. Un marido recibiendo la noticia que su mujer se acuesta con todo el mundo menos con él, en este caso le hablaron de la infidelidad con Ares no más y tal vez sea porque Hefesto y sus hombres le estaban fabricando la armadura y tal vez, porque a don Apolo le convenia irse de “comunicador de noticias”, en otras, iba de chismoso y con su presencia de “Soy un irresistible Adonis”, le va con la noticia a don Hefesto; en respuesta, coloca la expresión facial del tipico “santo cachon”, jeje xD.
Lo demás, representa lo que en el barroco era la pintura de genero, bueno, esta no es una pintura de genero, pero a lo que me refiero es a ese tema de que se le da un poco más de sentido humano y real a los personajes de las pinturas y dejar ese lado divinizador que se tenia antes, Hefesto y sus ayudantes son herreros, y don Hefesto era una mosca horrible en leche en el olimpo, y asi lo pintaron; falto que animaran la pintura y sale cojeando a darle martillazos a Ares. En concordancia a esto, se puede apreciar el contraste de ambos dioses: Apolo representando belleza, luz, dios del sol y de los principales del olimpo (como quien dice, hace parte de la elite); Hefesto representando un dios feo, dedicado a la herreria y que se mezcla en el trabajo con sus hombres, un macho casi que dejado y debil (aunque no se ve en la pintura pero se sabia que hasta tuerto y cojo era, se dice que la madre al tenerlo recien nacido lo hizo caer desde las alturas del olimpo y por eso quedo cojo, años más tarde Zeus en piedad de su fealdad le dio por esposa a la más p—- del olimpo, Afrodita).
Bueno nena, que ricos artículos, felicidades por tu blog y espero que te haya gustado mi comentario chitito. xD