Cuando apliqué para ingresar al programa Semillero de Investigadores estaba en VI semestre de Comunicación Social y Periodismo. En ese momento sólo tenía vagas ideas y bases muy primarias con respecto a qué era la investigación y todo el proceso que ésta conllevaba. Por otro lado, se acercaba el momento de decidir qué tema iba a desarrollar en mi tesis de grado, y una de las ventajas que me ofrecía el programa era precisamente ayudarme a desarrollarla, ya fuera que la hiciera sola o trabajara a nivel interdisciplinario (es decir, con personas de otros programas), o haciendo parte de alguna línea de investigación que cursara en el DIP. Este básicamente fue mi primer motor, el que me impulsó a presentarme como candidata para hacer parte de la III promoción.
No me puedo quejar. A pesar de las debilidades superables que tuvo el programa en mi etapa de formación en ese momento, mis expectativas se cumplieron. Por un lado, repasé conceptos y teorías ya vistas en mi carrera con respecto a los fundamentos de investigación; por otro, vi con mucha mayor profundidad los tipos de investigaciones que se aplican a problemas que son parte del área humanística y ciencias sociales; aprendí el manejo de paquetes informáticos que usan los investigadores, entre otras cosas; pero lo mejor de todo fue que tuvimos profesores con conocimientos muy bien cimentados, preocupados por nuestro aprendizaje. Además, compartir con estudiantes de los más diversos programas (Derecho, Ingenierías, Medicina, Administración, Enfermería, Periodismo, entre otros), con diferentes formas de pensar, que hacían interesantes los debates en las jornadas de trabajo.
Cuando llegó el momento de escoger el tema para desarrollar mi proyecto de investigación, el Semillero me ayudó muchísimo, pues me había proporcionado las bases para desarrollar un tema enmarcado en las nuevas tecnologías de la comunicación, innovador tanto a nivel de mi carrera, del programa mismo y a nivel regional. Consistía en un estudio al diseño de los periódicos on line en la ciudad de Barranquilla, específicamente el sitio web de El Heraldo.
Ya el programa de Semillero finalizó para mí (en agosto de 2003 obtuve mi certificación), sin embargo, lo que aprendí allí es para toda mi vida, y ha comenzado a dar sus primeros frutos. Obtuve una muy buena calificación en mi proyecto de grado, cada vez que presento mi hoja de vida y leen “Semillero de Investigadores” o comento que estuve en el programa recibo buenos comentarios y felicitaciones. En pocas palabras, tener la posibilidad de aplicar y ser parte del Semillero de Investigadores es algo que no se piensa dos veces.
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* Publicado originalmente en el libro “Sueña y siembra. Experiencia del programa Semillero de Investigadores 1997 – 2003”. Pág. 80. Ediciones Uninorte, 2003. ISBN 958-8133-72-6.
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