En 1995 cuando escribí este texto cursaba undécimo grado, tenía entonces 16 años. Este ensayo ocupó el primer lugar a nivel local y regional (Costa Atlántica) en el Concurso Intercolegial de Ensayos organizado por la Cámara Junior de Colombia – Capítulo Tajamares, en el marco del Programa de Integración Latinoamericana.
Aquí se los dejo.
Carta a los Jóvenes de América Latina
Esta no es una carta usual, carece de saludos, de destinatario específico y de dirección. Tampoco la entregará el cartero ni habrá vuelta de correo, pero sí, su mensaje trata de encontrar eco en el pensar y sentir de muchos jóvenes que soñamos aún con el ideal de la Integración Bolivariana.
Pero ¿qué es ser joven? Es aquel embrión social que lleno de dinamismo y creatividad, cargado de poder imaginar otros mundo en su mundo y otras realidades en su realidad, capaz de desaparecer la brecha entre lo imaginable y lo factible; pero además de la visión, debe acompañarlo la misión de alcanzarlo.
Y he aquí el tema de esta carta.
¿Dónde están nuestros líderes?
¿Qué significa ser líder?
Líder, es aquel que toma y lleva las riendas de su comunidad, el que busca constantemente soluciones prácticas a los conflictos de su sociedad, es quien toma con responsabilidad y cordura su compromiso ante sus ciudadanos y asume las consecuencias de sus decisiones. En suma, ser líder es poseer la inteligencia necesiaria para dirigir la sociedad hacia el anhelado cambio.
Ser jóvenes líderes puede ser entonces la opción para América Latina, es tener quien visiones proyectos y los ejecute como misión.
Pero, ¿existen en estos países esos líderes?, ¿qué sucede con todo el talento, aptitudes y capacidades de nuestros jóvenes?
Se abre entonces un abanico de situaciones que de alguna manera inciden en la inhibición de las potencialidades de las nuevas generaciones, en las conductas que asumen y en el rol social por el que optan.
En este sentido, se puede anotar que los aconteceres socio-culturales y políticos de su entorno, presentes en los diferentes momentos de su formación, pareciera que son determinantes.
En lo que respecta al entorno social se encuentra ante todo, la televisión, pequeño aparatito de imágenes multicolores que se ha encargado de dormir la imaginación de los jóvenes, de favorecer la pasividad y el conformismo a través de novelas rosas y melodrama baratos, enmárcandolos en unos esquemas sociales pre-fabricados, además les desvirtúan el sentido de su proyección individual y social, con publicidad manipuladora que sólo apunta a sus atributos físicos y a despertar deseos de “libertad” hacia efímeras metas.
La televisión no es buena ni es mala en sí misma, depende de como el joven de sienta a mirarla, depende del acervo intelectural y cultural de cada uno, pero desafortunadamente, éste no es tan sólido lo que en muchos casos, ha permitido la aparación del llamado zombi televisivo.
Igualmente, están las revistas y las páginas de periódicos dedicados a los jóvenes, que les ofrecen un mundo de fantasías, mensajes frívolos, la última moda, el cantante del momento, el grupo musical in, la top model que está dando de que hablar, la novela que está impactando y sobre todo: como imitarlos.
Se le presentan toda una gama de sutilezas distantes de su realidad social, creándoles necesidades fictias que los transportan a ideales ajenos al desarrollo de sus propios talentos y capacidades, al igual que los aleja de las necesidades sentidas de su entorno socio-cultural y de las posibilidades de transformación y cambio.
Parejo a lo anterior, juega un rol trascendental el núcleo familiar, en donde todavía algunos modelos tradicionales familiares, consideran al joven como alguien que debe ser sometido a las normas de conducta específicas, quien, bajo la tutela materna y/o paterna debe limitarse a acatar y a obedecer, sin problematizar sus decisiones.
En un medio poco favorable para el desarrollo de la iniciativa, de la creatividad y del espíritu crítico del joven, aquí se coopera igualmente con el conformismo y la pasividad, que limitan la capacidad de reflexión y bloquean desde temprana edad el desarrollo de aptitudes; su toma de decisiones y su competencia para solucionar problemas sumergiéndolo en el mar de la mediocridad.
El otro núcleo social en que se desarrolla el joven desde muy temprana edad, es la escuela, cargada también con esquemas tradicionales, donde abundan las normas rígidas, la imposición y la imposibilidad de participación en las decisiones de trascendencia.
Las metodologías empleadas por muchos maestros centran su acción en el desarrollo de un programa y en la práctica de una prueba que le permitirá al alumno, regresar la información recibida, la que será equiparada a un número que funcionará como medidor de la calidad de su aprendizaje.
Estas prácticas estimulan la memorización de contenidos, la incitación la fraude, la competencia insana y desvirtúan el sentido de la escuela y del aprendizaje.
Es una escuela totalmente alejada de las capacidades individuales y carente de proyección social.
A pesar de lo que ya se ha expuesto, y a partir de ciertas condiciones de excepción, hay jóvenes que se aventuran al reto de la transformación social a la luz de alguna ideología política, y en la búsqueda de sus sueños, sucumben entre la indiferencia social por sus ideales de cambio y los intereses creados que apuntan al mantenimiento de lo establecido.
Es así como el entorno socio-cultural, unido a la formación que es recibida en el hogar y en la escuela y la baja pertinencia de identidad social, de alguna manera inciden en las carencia de líderes en estos países tercermundistas.
Pero, ¿hacia dónde se marcha inexorablemente?
Hacia el anquilosamiento social. El estancamiento de las sociedades es producto de lo que sus gentes han dejado de hacer por sí mismos y por su entorno.
Las comunidades progresan y evolucionana a partir del crecimiento individual y de la proyección que de ello se hace, en pos de la gestión y del cambio social. Cuando esto no sucede, es fácil convertirse en dependientes de otros países, lo que a su vez debilita sus economías y se vuelven víctimas del consumismo y llegan a ser óptimos mercados para otros estados. Todo lo anterior, acelera el consumismo masivo de lo extranjero, corriéndose el riesgo de la pérdida de indentidad cultural.
Planteadas así las cosas, parece que las consecuencias de la falta de líderes se evidencia ya en nuestros territorios latinoamericanos: El estancamiento social, la dependencia de países industrializados, la apertura para ellos de los mercados del tercer mundo y poco a poco, la pérdida de nuestros valores, nuestra identidad y nuestra cultura.
Pero, ante todo, está es una carta para tí.
Mi estimado joven amigo: No permitamos que haya que agregar más ítems a lo planteado hasta aquí, mejor que los agreguemos al replanteamiento que se ofrece a partir de esta reflexión.
¿Hacia dónde debemos apuntar entonces?
1. Hacia la búsqueda de nuestra cultura, de nuestros valores, de nuestra idiosincrasia y todo aquellos que no haga ser nosotros de verdad.
2. Hacia la toma de conciencia de nuestra realidad social y del papel que nos compete como agentes transformadores del entorno y líderes sociales.
3. A convertirnos en agentes activos frente a los medios masivos de comunicación y del papel que como jóvenes líderes, debemos asumir ante estos medios.
4. Volver la mirada haia la búsqueda interiore de nuestras potencialidades y orientarlas hacia su desarrollo. Así seremos mejores líderes.
5. A hacer un llamado a la escuela, para que a la luz de lo planteado en el país, por la Constitución Nacional y a la ley General de Educación, se ausculte el talento de nuestros jóvenes y fomente su desarrollo, desde temprana edad.
6. A solicitarle a la escuela y a la familia que favorezcan el espíritu lector, investigativo, crítico y creativo de nuestros jóvenes y niños.
7. A ser partícipes en la escuela y en el hogar de una formación centrada en valores humanos, que procure la búsqueda de nuestra autenticidad, de nuestra verdadera dignidad de personas , y de nuestra autonomía.
8. A hacer un llamado a los maestros para que centren su acción en nosotros, en el desarrollo de nuestras destrezas de pensamiento y nos ayuden a ser líderes sensatos, capaces de tomar acertadas decisiones y resolver problemas.
9. A hacer un llamado a todos los jóvenes latinoamericanos con ideas innovadoras, con entusiasmo, con fe y seguridad en sí mismos, para que iniciemos la cuenta regresiva, para que aunemos esfuerzos en búsqueda de ese sueño bolivariano que aun se mantiene en la utopía.
Cordialmente,
Tania Lucía Cobos
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