¿El buen ladrón? y Google Books responde

El pasado 9 de mayo la revista Semana publicó un artículo titulado “¿El buen ladrón?” donde hacía un análisis mordaz e interesante al papel de Google Books en la cadena editorial, y hoy 16 de mayo fue publicada la réplica de Google Books con respecto al tema. Vale la pena anotar que en Colombia el Grupo Editorial Norma y la distribuidora LalibreriadelaU.com son los únicos que hasta la fecha se encuentran adscritos a esta iniciativa.

Aquí reproduzco los artículos, los invito a leerlos y a sacar sus propias conclusiones.

Sábado 9 Mayo 2009
¿El buen ladrón?

El pasado martes una juez de Nueva York volvió a aplazar una decisión que tiene en vilo al mundo editorial: ¿Podrá ‘Google Books’, la biblioteca virtual más grande y ambiciosa del mundo salirse con la suya y seguir digitalizando libros a diestra y siniestra?

Bibliotecas históricas como la de Stanford comenzaron a fimar en 2004 acuerdos con el portal ‘Google Books’ para escanear buena parte de sus colecciones. Ahora, muchas han protestado por lo que consideran una evidente violación a los derechos de autor Bibliotecas históricas como la de Stanford comenzaron a fimar en 2004 acuerdos con el portal ‘Google Books’ para escanear buena parte de sus colecciones. Ahora, muchas han protestado por lo que consideran una evidente violación a los derechos de autor

En poco menos de 20 años, la magnitud del impacto de Internet en la producción y la distribución de libros -sólo comparable al de la imprenta de Gutenberg- se empieza a hacer evidente. Desde finales de los años 90 el libro digital es una realidad: autores como la polémica premio Nobel Elfriede Jelinek han decidido publicar sus libros exclusivamente on-line; los escritores estadounidenses ahora incluyen en sus negociaciones con las editoriales los derechos digitales de sus obras y agentes literarias visionarias como Carmen Balcells (la responsable de que el boom latinoamericano fuera una explosión de ventas en todo el mundo a finales de los 60), hoy se dedican a comercializar los derechos digitales de las grandes obras de la literatura iberoamericana.

Pero las consecuencias del cambio no con tan claras como a algunos abanderados de las nuevas tecnologías les gustaría creer. Y los interrogantes son muy difíciles de resolver en estos momentos de transición. Por un lado, Internet se presenta como una poderosa arma para democratiza r el acceso al conocimiento. Por el otro, ya que todo es gratuito, ¿qué pasará con los autores?

Un ejemplo: el libro Historia de una traición de Laura Restrepo fue escaneado por Google Books sin permiso ni de su autora, ni de su agente literario, ni de la editorial. Para Google, ese libro pertenecía a la categoría de los “libros huérfanos”, es decir, libros cuyos autores o derechos son difíciles de ubicar (cosa que, como es más que obvio, no es el caso de Laura).

Escritores como Laura Restrepo tendrán hasta el 4 de septiembre de 2009 para decidir si quieren continuar en Google Books (lo que les daría más reconocimiento y difusión a su obra a cambio de aceptar reglas del juego muy poco claras e inciertos ingresos) o prohibir su reproducción, recibir una compensación económica mínima de Google por haber infringido sus derechos de autor, y -¿quién sabe?- quedarse por fuera del más poderoso sistema de distribución de contenidos que ha conocido la humanidad.

La fecha del 4 de septiembre es la que acaba de estipular la juez de Nueva York Denny Chin, quien postergó el fallo que debía emitir sobre el asunto la semana pasada. Todo el mundo editorial del Primer Mundo estaba en vilo: lo que está en juego es la comercialización digital de libros por parte de Google Books. Pero la juez les dio una prórroga a los autores que han sido escaneados ilegalmente por Google para decidir qué quieren hacer, porque muchos todavía no se han pronunciado por pura falta de conocimiento del tema.

Su anuncio no sólo es el más reciente episodio de una serie de tropiezos legales en los que se ha visto involucrado Google desde 2005, y abre un debate sobre si éste monopoliza el conocimiento universal o, muy por el contrario, es un democratizador de la era digital.

Poco después de que Google empezó a digitalizar fragmentos de libros en 2005 sin permiso de los autores, el Author’s Guild (un sindicato de escritores de Estados Unidos) y la Association of American Publishers denunciaron al más popular buscador de Internet por violar los derechos de autor. Aunque durante el litigio Google nunca admitió haber violado leyes de derecho de autor -según ellos, usar fragmentos de libros está estipulado en la ‘Fair use doctrine’ (la ley de copyright para Internet) de Estados Unidos-, el asunto es más complicado. Además de digitalizar libros libres de derechos, Google había digitalizado otros libros. Así, hasta abril de este año Google Books tenía en su poder más de siete millones de libros provenientes de todo el mundo sin pagar un solo dólar. En octubre del año pasado, después de dos años de litigio, el asunto finalmente pareció zanjado: los escritores estadounidenses y Google redactaron un acuerdo en el que se sentaban las bases para el uso de libros digitales -que los autores de todo mundo debían aceptar o rechazar el pasado martes-, y según el cual Google debía destinar 34 millones de euros para indemnizar a los autores de las obras ya escaneadas.

Desde entonces las protestas no han sido pocas. En octubre de 2008, 1.300 intelectuales alemanes firmaron el ‘Manifiesto de Heidelberg’, un documento en el que acusaban a Google de violar los derechos de autor; el gremio de editores españoles no se demoró en reclamar la parte de esos 34 millones de dólares que les correspondía; y el Consumer Watchdog (el veedor del consumidor), junto a miles de bibliotecas públicas en Estados Unidos que pusieron el grito en el cielo y advirtieron que Google estaba creando un monopolio, otra de las razones que obligó a la juez Chin a retrasar la decisión y, con esto, la legalidad del acuerdo.

Pero ¿por qué ha generado tanto revuelo una noticia que a estas alturas no debería ser rara? Para Mónica Torres, subdirectora de derechos de autor del Cerlalc, detrás de este proceso legal está el tema de cómo se va a acceder a los libros y al conocimiento de aquí en adelante. Según ella, “este es un precedente judicial importantísimo, pues lo que está en juego en Nueva York es el nuevo modelo de negocio de distribución de libros”. Un modelo que no sólo afectará la forma como los escritores, los intelectuales o cualquiera que publique un libro se gane la vida, sino, también la manera como el público tendrá acceso al conocimiento y el valor cultural del mismo.

Tal y como está redactado el acuerdo, si un autor no se excluye antes de septiembre, hará parte de éste de manera automática después de octubre, cuando la Corte Suprema finalmente apruebe o no el acuerdo. Es decir, Google podrá digitalizar sus libros hasta cuando el autor se dé cuenta por sí mismo de que su obra está circulando por Internet. En ese caso, el autor puede pedir que retiren su libro de la web o tendrá que asumir su olvido y empezar a cobrar, según lo establecido por Google. Y, para completar, el autor no podrá denunciar a Google por violación de derechos de autor.

Es temprano para saber si es un buen o mal negocio para los autores. Pero es claro que para Google Books el negocio es redondo: por una parte, podrá establecer el precio de los libros sin autorización y tal como está el acuerdo en este momento. Además, Google podrá cobrar suscripciones a la base de datos de libros y por la publicidad a las bibliotecas.

Por eso, según Torres, “Google es el único portal que sin autorización previa de los titulares está comercializando las obras de más de 1,5 millones de creadores, estableciendo un sistema de compensación unilateral que dista mucho de ser justo”.

Sin embargo, y antes de que haya un pronunciamiento oficial por parte de Google Books, muchos escritores consultados por SEMANA se preguntan si al elegir no estar dentro del acuerdo, sus obras se quedarán por fuera de la cadena de distribución más grande, más masiva y más global que nunca antes se haya visto.

Y es que aunque todo el litigio tenga como escenario Estados Unidos, la decisión de la juez afectará a los autores de todo el mundo, ya que el ciberespacio cada vez ignora de manera más tajante los viejos conceptos de soberanía geopolítica.

Lo más preocupante es que mientras en países como España, Brasil y Argentina, en los que ha habido pronunciamientos y protestas por parte de los intelectuales y gremios de editores, y en los que el tema ha sonado en la prensa, los peligros y beneficios de acuerdo han sido estudiados, en Colombia -que se verá afectado de igual manera por la decisión que tome el tribunal- no se habla del asunto. Es más, la Cámara Colombiana de Libro, la institución que debería representar a los editores en Nueva York, a escasos meses de tener que tomar una decisión, no tiene una idea definida sobre qué hacer y, al parecer, no tiene un conocimiento claro del asunto.

Sábado 16 Mayo 2009
Google Books responde

Tras la publicación de un artículo sobre su actividad en la pasada edición de SEMANA, el gigante de Internet se defiende.

En 2004 Google empezó a digitalizar libros sin permiso de los autores o las editoriales. En este momento unas 20.000 editoriales están vinculadas al programa. Con todo, algunos grupos de intelectuales no los convence las reglas de juego del gran emporio de la información.

En la pasada edición de SEMANA, el artículo “¿El buen ladrón?” hacía eco de la enorme repercusión mediática internacional que ha tenido el acuerdo pendiente entre autores, editores y Google sobre derechos de autor. Tras buscar durante varios días a los representantes de Google Books para América Latina, SEMANA les envió algunas preguntas que finalmente no contestaron. Ahora, y tras leer el artículo, Santiago de la Mora, representante de Google Books con sede en México, decidió replicar.

SEMANA: ¿Qué le molestó del artículo de SEMANA?

SANTIAGO DE LA MORA: El artículo no enfatizó las ventajas para autores y para editores en el nivel mundial de Google Books. Todos los autores y editores quieren que su obra sea difundida y que tenga visibilidad. Pero para poder vender una obra, primero hay que encontrarla. Y eso es lo que hace Google: permite que el usuario acceda a la información.

SEMANA: ¿Pero también es un negocio?

S.D.L.M.: El propósito de Google Books es servir de intermediario entre usuarios y obras. Nuestra función principal es la de organizar la información, hacerla accesible a un mayor número de personas. No va en contravía con la posibilidad del negocio.

SEMANA: Pero usted no ha sido nombrado ‘intermediario’ ni por el autor ni por el editor…

S.D.L.M.: Tenemos 20.000 editoriales que hacen parte de la búsqueda de libros de Google. ¿Por qué? Porque los editores y los autores se han dado cuenta de que gracias a Google pueden llegar a más gente. Desde que se lanzó en 2004, su propósito ha sido el de ser una plataforma, un trampolín para dar a conocer sus obras.

SEMANA: ¿Qué va a pasar entonces con los intermediarios tradicionales, editores, distribuidores y librerías?

S.D.L.M.: Google Book Search no va en detrimento de esos canales de distribución. Google Book Search es un complemento en ciertos casos y la decisión de hacer parte o no del acuerdo es del usuario. Nosotros consideramos que difundir más libros y organizar la información de una forma más especializada, más específica, para saber cómo se comportan las obras, hace que aumenten las ventas. Por otro lado, nosotros ofrecemos enlaces hacia libreros en la red y en los casos de los países en que sea posible, a librerías.

SEMANA: Parece que los editores se han resignado ante el poder de Google Books, pero ¿no es injusto que compartan sus magras ganancias con un intermediario al que nadie invitó a la cadena de venta?

S.D.L.M.: Google les ha permitido a los editores vender tanto sus novedades como resucitar su fondo, y volver a dar vida a libros que estaban descatalogados porque eran obras para nichos de mercado muy reducidos y no era rentable mantenerlos en librerías. Las librerías físicas tienen una oferta limitada porque tienen problemas de espacio y de tiempo. En Internet eso no sucede. La ventaja para los editores ha sido enorme.

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2 comentarios

  1. No se si estar de acuerdo con Google o con la revista semana, el caso es que en el mundo de la internet es dificil que algo no se sepa, la comunidad es tan inmensa que no hay articulo unico. un saludo muy bueno tu blog.

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