Escrito originalmente en el 2000. Que disfruten su lectura.
Reflexiones a partir del texto “Raíces étnicas, política y democracia en Colombia”
Estoy totalmente de acuerdo cuando en el texto de afirma que la cultura que tenemos hoy en día en nuestro país, es producto de la mezcla cultural de españoles, negros e indígenas por más de 400 años, pero que desafortunadamente nos sumió en el atraso y subdesarrollo que padecemos en el siglo XXI.
Si diéramos una visión global a la situación de corrupción generalizada que enfrentamos en estos momentos, nos daremos cuenta que son los mismos vicios que destruyeron al imperio español en las colonias americanas. Yo me atrevería a afirmar que han cambiado las personas del pueblo y los actores políticos, pero el sistema que venía desde la colonia, aún permanece vivo, con la diferencia de que ya no dependemos de España y del Vaticano, sino del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional y de los Estados Unidos.
Lo que necesita este país es re-crear una mentalidad, es decir, una nueva forma de ver, de pensar y de percibir la realidad, esto incluye valorarnos, deslindarnos de la santa y apostólica religión cristiana y de otras religiones, tomar conciencia de nuestra existencia como seres humanos y darnos la estima que merecemos como tales, que nuestro destino dependa de nosotros y no de poderes por encima de nosotros; re-crear los procesos de socialización mediante los cuales la cultura imperante es adquirida por las generaciones más jóvenes. Lo cual, al final, resulta siendo una tarea titánica, porque primero, como lo exponía el texto, no hay unidad. Los colombianos no tenemos un común denominador, no tenemos símbolos que nos hagan identificar. Para la mayoría de nosotros, incluyéndome, la bandera, el himno, el escudo, la orquídea, el fútbol y la religión carecen de sentido unificador, y todo esto sumado a la total incredibilidad en las instituciones políticas y religiosas.
Ante todo lo anterior, ¿cómo se pretende que funcione la democracia? Por mucho que se cambien constituciones y que vayamos a las urnas a elegir a nuestros representantes, la democracia en este país es sólo el nombre. Debería tal vez aplicarse otro sistema político que sea capaz de poder regir a la multietnia que habita en nuestro país en condiciones de equidad y evitar la moda que ha existido todo el tiempo, de importar (tengamos en cuenta que la democracia es un sistema político importado de Europa y que nuestra democrática constitución no es más que una copia de la francesa y de la norteamericana).
Como conclusión del análisis del tema cultural, creo que es realmente muy difícil que encontremos algo que unifique a los colombianos y aún más difícil cambiar la mentalidad y lo peor de todo, es que ellos (BM, FMI y USA) saben que es así y quienes han intentado hacer las cosas diferentes sin recurrir a las armas son los siguientes en la lista de los muertos, por eso, aunque se califique de pesimismo o de conformismo, Colombia firmó hace mucho tiempo su estadía como país tercermundista y nunca, jamás de los jamases saldrá de allí.
Y algo muy inherente a la cultura es la violencia. Por un lado yo pienso, que los genes si juegan un papel importante en predisponernos a ser violentos. De hecho recordemos que nuestro cerebro, cuando es anulada la razón, da paso al cerebelo (cerebro de reptil) que es totalmente instintivo y que recurre a la violencia con tal de conservar la vida y lo que le pertenece. Pero sin llegar al extremo de la razón perdida, nuestro cerebro aunque razone, siempre da paso a comportamientos instintivos y eso está escrito en los genes. Ahora, no es que yo esté diciendo que toda la culpa de la violencia que vivimos es por nuestro código genético.
Debemos recordar que ante todo, somos animales y que todo lo que somos y hacemos, en un 95%, está escrito en nuestro ADN. Los animales diferentes a nosotros recurren a la violencia por instinto de conservación, nosotros recurrimos a ella por la misma razón pero con mucha influencia del ámbito cultural en que nos desarrollamos. Podemos decir que genéticamente estamos predispuestos a ser violentos, pero los patrones culturales influyen mucho para su desarrollo.
Es que miremos la violencia. Esta no es sólo coger las armas e ir a matar gente, es también robarse el dinero del presupuesto público, es maltratar a la gente físicamente y con palabras, es tirar basura a la calle y cuando tratamos de dialogar con esas personas que actúan así y vemos que no entran en razón, por instinto de conservación, se recurre a la violencia.
Ahora, si se viviera en una sociedad en donde al dialogar, al comunicarnos con otras personas éstas, entraran en razón y cambiaran sus actitudes y su comportamiento, entonces nunca se recurriría a la violencia. Y sería un circulo vicioso, porque si se viviera en una sociedad de diálogo permanente, la gente tomaría conciencia por sí misma y jamás haría algo que fuera en contra de sus congéneres.
Pero es la sociedad utópica, donde la administración del poder no corrompiera y donde imperara la equidad. Esto ni siquiera en países más pacíficos que nosotros tal tipo de sociedad se vive.
Alguien al leer esto podría decir que, la existencia de la sociedad utópica sería fatal porque crearía un estancamiento, si todos estuviéramos de acuerdo con todos, se acabaría el combustible del motor de los cambios y ese combustible normalmente es la violencia y sino hay cambios y transformaciones sociales, entonces esa sociedad conduciría finalmente a la muerte. A mí me parece que tal vez no sea así, pero ya esto sería motivo de otra reflexión más profunda que no atañe al momento.
Por otro lado, el racismo y la discriminación social son factores fundamentales generadores de violencia, ¿porqué? Cuando no se le da participación a los demás miembros de la sociedad, componentes de otras razas diferentes a la raza blanca, esos otros miembros, siempre buscarán la manera de participar en la torta del poder, y no importa si la forma de llegar a ese poder es utilizando el recurso de la violencia. Para superar este paso, sería necesario, combinar los discursos políticos de la raza dominante con las razas apartadas, si se consigue un acuerdo, se lograría concretar una paz que sería muy útil para pensar en procesos de desarrollo social. Pero como otras tantas cosas, la raza dominante en muy pocas ocasiones accede a estos acuerdos.
Y finalmente, el papel de los medios masivos de comunicación en una sociedad como la colombiana, aquejada con diferentes tipos y grados de violencia, con una herencia arraigada en las venas que sólo ha contribuido en mantener el status de subdesarrollo e inmadurez que se ha vivido desde los tiempos de la independencia.
Se podría afirmar que los Medios Masivos de Comunicación son las venas y las arterias que recorren a la sociedad, desde las cúpulas más altas, hasta las clases sociales menos favorecidas. Por esta misma razón, los medios deben ser conscientes del papel tan importante que juegan y también deben tener en cuenta, que por esta misma razón, por su papel, deben ser críticos ante el sistema en que se desenvuelven.
Pero los medios en Colombia juegan un papel dudoso. La mayoría están en las manos de poderosos grupos económicos, que dictan en parte la política del diario vivir en este país, y por lo tanto, como pueden criticar, hacer observaciones y acusar a quienes lo sostienen económicamente?. Sería un suicidio.
Los medios también contribuyen al estado de violencia que estamos viviendo. Lo único que hace es mostrarnos todo lo malo que aquí acontece, en un 98% las noticias diarias son correspondientes a estas temáticas y todo este bombardeo diario termina ocasionando insensibilidad por parte de los miembros de la sociedad civil o también se termina convirtiendo en costumbre y por verlo diariamente, ya nadie le presta atención. Pero los medios no son del todo culpable de esto, es comprensible que ellos deben responder a un rating y muchos utilizan el amarillismo y sensacionalismo que presentan este tipo de noticias para explotarlos y posicionarse en buenos puestos ante la teleaudencia. Es un círculo vicioso.
Por ahora se podría considerar una utopía que los medios empiecen a ver que su papel en esta sociedad debe cambiar, porque podríamos utilizar su enorme infraestructura y su gran aceptación por parte de la comunidad, para empezar a implementar herramientas de paz a través de ellos, pero reales herramientas no programas superficiales. Ojalá algún día tengamos la fortuna de estructurar esos planes, para aportar un granito de arena a ver si algún día de estos borramos la firma que pusimos desde hace mucho tiempo que lleva el pacto de nuestra estadía en el tercer mundo.
Bibliografía
Baquero, Alvaro. Raíces Étnicas, Política y Democracia en Colombia. Barranquilla. 19XX.
Kalmanovitz, Salomón. Las Instituciones Colombianas en el Siglo XX. Bogotá, 1999.
Enciclopedia El Hombre, tomo 4. Barcelona, Editorial Planeta, 1984.
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