Publicado originalmente en El País (España) en el mes de abril, es muy relevante para aquellas editoriales que abogan por la impresión bajo demanda, para las librerías que resolverían el problema del ejemplar agotado, y para los escritores, un tema sobre el cual reflexionar.
“El cajero automático de libros” catapulta a Gutenberg
Eso de entrar en la librería y oír que tenemos que esperar porque el libro que buscamos está agotado o descatalogado se va a acabar. Ahora el cliente consultará una lista de -pongamos- 500.000 títulos, elegirá su favorito y, en cinco minutos, tendrá en sus manos el libro recién impreso y encuadernado. Esa velocidad de publicación es la que permite la Espresso Book Machine, que parece una especie de gran fotocopiadora y que, según informa el diario británico The Guardian, ya ha sido recibida como el mayor cambio en el mundo literario desde que Gutenberg inventara la imprenta de los tipos móviles hace más de 500 años y posibilitara la producción literaria a gran escala.
Presentada en la librería Blackwell de Charing Cross Road, la calle que durante décadas ha sido la meca de los libreros de Londres, el abanico de libros disponibles de la nueva impresora asciende a 500.000, incluida, por ejemplo, una edición facsímil del manuscrito original de Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll. Y la cifra se va a incrementar en cuestión de meses. La librería espera aumentar el catálogo hasta el millón de títulos a finales de verano; algo así como 37 kilómetros de estanterías, o más de 50 librerías comprimidas en una sola. La mayoría de los libros incluidos son obras cuyos derechos de autor han caducado pero la librería ya colabora con varias editoriales británicas para aumentar el número de libros sujetos a derechos de autor. Y, según la cadena, la respuesta ha sido muy positiva.
“Esto podría cambiar la venta de libros de manera fundamental”, ha señalado a The Guardian el director ejecutivo de Blackwell, Andrew Hutchings. “Ofrece la posibilidad de que las pequeñas tiendas y librerías independientes puedan competir de verdad con grandes cadenas y Amazon”. Y ha añadido: “Me gusta pensar que puede ser la revitalización de la industria librera local. Es bastante atractivo que puedas entrar en la librería local y acceder a un millón de títulos”.
El cliente potencial de la nueva impresora (incluida entre los inventos del año de la revista Time) comprende desde académicos en busca de reproducciones de valiosos manuscritos hasta novelistas en ciernes ávidos de ver una copia de su propia obra autopublicada, según señalan desde Blackwell. La cadena de librerías prevé supervisar durante los próximos meses cómo reciben los clientes la nueva herramienta para determinar el precio (se prevé que sea similar al de los libros tradicionales) y la demanda. Luego distribuirá impresoras a lo largo de su red de 60 librerías en el Reino Unido, con la sede central en Oxford.
Ideada por el editor estadounidense Jason Epstein, la Espresso ha sido una de las estrellas de la semana en la Feria del Libro de Londres. Decenas de curiosos han contemplado cómo la máquina imprimía 100 páginas por minuto, las ajustaba, las encuadernaba, guillotinaba y expulsaba el volumen acabado. El resultado fue de calidad: el texto se leía con claridad, estaba justificado y el papel era grueso, las cubiertas lucían elegantes, aunque en conjunto resultaba algo pegajoso al tacto.
Descrito como el cajero automático de los libros por su propietario estadounidense, On Demand Books, las máquinas Espresso ya funcionan en EE UU, Canadá y Australia, e incluso en la Biblioteca Alejandrina de Egipto, pero la de presentada en Charing Cross de Londres es la primera instalada en una librería de Reino Unido. Le ha costado a Blackwell 130.000 euros, pero la cadena considera que estará amortizada en un año. “Creo que de verdad va a cambiar el negocio de los libros”, ha señalado el jefe de marketing de Blackwell, Phill Jamieson. “Tiene el potencial para ser el mayor cambio desde Gutenberg y esperamos que así sea. Y no es sólo por nosotros; ofrece la posibilidad de que las pequeñas librerías independientes puedan competir con cualquiera”.
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