Escrito en 1997. Espero les sea útil la reflexión.
Regreso a la edad media: la monopolización de la información
Sociólogos, economistas, semiólogos y todos los demás profesionales de las diferentes ramas de las ciencias perciben señales claras de un nuevo feudalismo. Cada vez hay más estados pequeños, las multinacionales dominan el mundo y se está creando una nueva élite de sabios que conduciría a la mayoría hacia la servidumbre. Pero, ¿cómo afecta esto a los medios de comunicación y a la información?
Pero antes valdría la pena aclarar primero que es la Edad Media. Umberto Eco la define como una época de fermentación de la sociedad en la que se desarrollan nuevas ideas y las personas cambias de opiniones y costumbres.
Pero además de esto, se detectan otras señales que son claramente expuesta por Alvin Toffler y el sociólogo Charles Murray en sus diferentes escritos y obras.
En la Edad Media, la información era totalmente manipulada y trastocada por la Iglesia, la libertad de prensa no existía por lo tanto la información disponible, llevada por los mensajeros y heraldos, era la que le convenía a la Iglesia y a sus allegados, ya fuesen señores feudales, nobles, o reyes de las diferentes monarquías imperantes en esos tiempos. En pleno siglo XX y en los albores del XXI, se vaticina el regreso de esta época. Los nuevos señores feudales ya no serán nobles, reyes o monasterios, sino las grandes multinacionales: Los reinantes emporios económicos en el mundo, principalmente los consorcios japoneses (Mitsubishi, Mitsuni, Itochu, Sumitomo, Marubeni, entre otras). De modo que las aristocráticas empresas medievales Hohenzollern, Hasburgo, Borbón y demás familias fortalecían su poder a base de conquistas, matrimonios y pactos, lo hacen hoy día las sociedades limitadas: Walt Disney se casa-fuciona con la ABC (American Broadcasting Corporation). El fabricante de papel Kimberly-Clark conquista a la competencia Scott; IBM se acerca a Lotus. Mientras los príncipes Leo Kirsh y Silvio Berlusconi invierten en cualquier parte de Europa.
No hay nada que reprochar a estos empresarios. El problema surge cuando sus exigencias tienen consecuencias sociales y parece que esto es lo que está ocurriendo hoy. La inseguridad y el trabajo precario aumentan y en los medios de comunicación también es palpable esta problemática. Vemos como poco a poco, los grandes industriales compran o se hacen socios ( o esta crean) de agencias de prensa, periódicos, cadenas radiales o televisivas y esto automáticamente trae consigo la pérdida de la objetividad de las noticias por la sencilla y clara razón de que siendo socio o dueño de X medio de comunicación vaya a hablar mal de alguna de sus empresas o negocios, si estas o estos se encuentran en problemas que afecten a la sociedad de manera directa o indirecta.
El anterior panorama no es nada tranquilizador y las consecuencias no se dejan esperar. La división entre los ricos y los pobres se hace cada vez más notoria y la clase media tiende a desaparecer. Todo estos significa que la globalización de la economía ha cambiado profundamente las reglas del juego. La competencia se ha reactivado al igual que la deslealtad, difamación y calumnia de un monopolio a otro por el liderazgo del mercado, al igual que en la Edad Media de un feudo a otro por tierras y vasallos.
A estas alturas no se sabe a donde conllevan estas políticas neoliberales y neofeudales, pero lo expertos en la materia dibujan un panorama poco optimista, al igual que el panorama para los medios de comunicación del siglo XXI tampoco es muy prometedor, tanto como por la parte económica como la parte de su materia prima de trabajo: La Información.
Creo que son demasiadas las cosas que fallan y cuesta mucho hacer un buen diagnóstico, pero lo que más llama la atención es que los políticos no hagan nada. A la clase baja la miman por una cuestión de imagen, a la clase media la explotan, es la que produce y la que menos se queja porque viven demasiado agobiados persiguiendo sus espectativas de lograr cierta independencia económica. Les hacen creer que eso se consigue trabajando. A la clase alta la miman más que a ninguna y solo de vez en cuando a modo ejemplar cogen a algún cabeza de turco que se pasa más de la cuenta y le empluman, pero la clase media cada vez más numerosa ha perdido el control de la sociedad y la democracia es cada vez menos democrática. Estamos siendo explotados de forma brutal.